El Poder de la Pureza
22.03.2020 22:50
EL PODER DE LA PUREZA
«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida» (Pr 4.23).
Nuestro corazón es el centro de nuestra vida física. Si ese órgano no trabaja, la vida es imposible. Proporciona un suministro constante de sangre a todas las partes del cuerpo. De modo que, en su forma más elemental y sencilla, este proverbio es una saludable llamada de atención a cuidar la condición física del corazón. Por supuesto que el objetivo del escritor es el de advertir a los sabios con su alerta: «¡Tu parte interna, lo más recóndito de tu corazón, requiere el máximo cuidado, espiritualmente!»
Cuidar el corazón físico es parte de la más elemental sabiduría práctica. Los médicos nos advierten regularmente que cuidemos el consumo de alimentos que contengan colesterol (pequeños glóbulos de gran potencial productor de grasas). Esto se debe a que el mismo puede acumular capa sobre capa en las venas y finalmente obstruir el flujo de la sangre por el cuerpo. Hace tan difícil el trabajo del corazón, que incluso el más fácil puede llevar a una parálisis repentina del corazón.
Existe un peligro similar en nuestra vida espiritual si no mantenemos una actitud de vigilancia con respecto a nuestro corazón. El pecado, lo mismo que el colesterol, disminuye el flujo de la gracia divina en nuestras vidas (la sangre purificadora de Jesucristo). El inevitable resultado, si no se atiende, disminuirán los latidos de nuestro corazón en cuanto a la santidad y la «pérdida de un corazón para Dios». El flujo purificador continuo de la obra redentora de Dios, «por medio de la sangre», es tan vital para nuestra vida espiritual como lo es la sangre para nuestra existencia física. Sin ella nos vamos desgastando; la pérdida de la vitalidad espiritual se hace una realidad destructiva.
De la misma manera en que los médicos recetan dietas especiales para pacientes con problemas del corazón, Dios ha provisto instrucciones dietéticas para nosotros, porque forma parte de la naturaleza caída del hombre que haya una propensión a los «problemas del corazón» (nuestras luchas con la tentación y el pecado).
I. Para preparar el camino y fortalecer el corazón para la oración de poder, estudiemos las claves para la pureza personal de corazón. ¡El corazón que se mantiene puro será el que está preparado para la oración de poder!. Estudiemos los siguientes pasajes y descubramos la dieta de Dios para la salud de su corazón. Escribamos las cosas que debemos hacer para mantenerlo limpio:
1. Salmo 119.9–16: Guardando su palabra.
2. Proverbios 16.5–9: Temor a Dios.
3. Juan 13.8: Dejarse limpiar por el Señor.
4. Hechos 2.42, 47: Perseverando en la Palabra y en la Comunión los unos con los otros.
5. 1 Corintios 6.9–11: Estar Santificado.
6. Filipenses 4.8: Saber Pensar en lo Recto y lo Puro.
7. Hebreos 9.11–15: Aplicando el poder de la Sangre del Cordero en nuestra Conciencia.
8. 2 Pedro 1.5–10; 3.1, 2: Diligencia en Añadir a Vuestra Fe virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, al dominio propio paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraternal, y al afecto fraternal Amor.
II. LA SENDA HACIA LA PUREZA
Está muy bien darle una dieta a alguien que corre el riesgo de padecer de insuficiencia cardíaca, pero se necesita más que una simple dieta para una persona que está afrontando un ataque cardíaco. A pesar de la importancia de una dieta diaria para vivir en pureza, debemos contar además con un curso de acción a tomar cuando vemos que nuestro corazón ya está funcionando muy por debajo de lo óptimo, o peor todavía, en medio de una crisis.
Segunda Timoteo 2.22 ofrece un plan muy claro para restaurar y vivir en pureza.
1. ¿Qué es lo primero que este versículo nos instruye a hacer?
Tenemos que Huir de las pasiones Juveniles.
2. En el Libro de Santiago 1.15, encontramos lo que nos puede suceder si no Huimos de las pasiones Juveniles.
Concupiscencia → Pecado → Muerte.
La Concupiscencia (epithumia) se define como un fuerte deseo y una intensa inclinación por alguna cosa. Tres veces se aplica a buenos deseos. (Lc 22.15; Flp 1.23; 1 Ts 2.17). Sus otros usos son negativos, tales como gratificar los anhelos sensuales, el deseo de las cosas prohibidas, los gustos por lo malo, la codicia por las cosas que son de otro, y querer cosas, personas, o experiencias que son contrarias a la voluntad de Dios.
En el Salmo 51 encontramos la oración de un corazón que clama a Dios en busca de la restauración de su pureza.
1. Confesión: Término usado en la Biblia principalmente en dos sentidos: (1) reconocimiento de Dios como el Ser Supremo, digno de gratitud y alabanza, y contra quien al faltar el hombre peca; y (2) reconocimiento delante de Dios de la culpa por una infracción cometida con miras a obtener el perdón. En Proverbios 28.13, al que confiesa sus pecados y se aparta de ellos, se le promete que «alcanzará misericordia». El reconocimiento de Jehová Dios en tiempos de calamidad y peligro, era una confesión que contribuía a preparar el camino para el → Perdón (1 R 8.33, 34; 2 Cr 6.24–27).
2. Arrepentimiento: Arrepentíos, proviene del Griego metanoeo. De meta, «después», y noeo, «pensar». El arrepentimiento (Metanoia)es una decisión que resulta en un cambio de mente, lo cual a su vez lleva a un cambio de propósito y acción.
3. Limpieza: Habla de Santidad.
4. Restauración: La Palabra en Griego aplicada aquí es Katartizo remendar, equipar, completamente.
Se traduce «restauradle» en Gl 6.1, metafóricamente, de la restauración, por parte de los que son espirituales, de uno que ha sido sorprendido en una falta, siendo que el tal es como un miembro dislocado del cuerpo espiritual. El tiempo está en presente continuo, lo que sugiere la necesidad de paciencia y perseverancia en el proceso.
Estudie Hechos 8.21, 22 y 1 Juan 1.9; 2.1, 2. ¿Cómo debería responder si su corazón ya está mal con Dios? ¿Qué significa aquí la palabra arrepentimiento? ¿Qué hace Jesús cuando pecamos? Si nuestro Corazón ya está mal, lo único que nos salvara de una debacle es el Arrepentimiento Genuino.
Después de huir de la «concupiscencia», ¿qué cuatro cosas debemos buscar?
- Justicia (Pr 11.3–6): Justicia, diakaiosune. Justo, la cualidad de actuar correctamente. La palabra sugiere conformidad con la voluntad revelada de Dios en todos aspectos. Dikaiosune posee ambos sentidos: judicial y benévolo. Dios declara justo al creyente, en el sentido de absolverlo, y le dispensa justicia (2 Co 5.21).4
- Amor (1 Jn 3.1–3; 5.2, 3): Amor, ágape. Una palabra a la que el cristianismo le dio un nuevo significado. Fuera del NT, raramente se usa en los manuscritos griegos existentes de la época. Ágape denota una invencible benevolencia y una irreductible buena voluntad, que siempre busca el bien de la otra persona, no importa lo que ésta haga. Es el amor sacrificial que da libremente sin pedir nada a cambio y no se para a considerar el valor de su objeto. Ágape es un amor que se ofrece conscientemente, mientras philos depende de circunstancias involuntarias; tiene que ver con voluntad más que con la emoción. Ágape describe el amor incondicional de Dios por el mundo.
- Fe (Ro 1.16, 17; 5.1, 2): Fe, pistis. Convicción, confianza, creencia, dependencia, integridad y persuasión. En el marco del NT, pistis es el principio divinamente implantado de confianza interior, seguridad y dependencia en Dios y en todo lo que Él dice.
- Paz (Ro 14.18, 19; Mt 5.9): Paz, eirene. Un estado de reposo, quietud y calma; una ausencia de lucha; tranquilidad. El término generalmente de-nota un bienestar perfecto. Eirene incluye relaciones armoniosas entre Dios y los seres humanos, entre las personas, naciones y familias. Jesús, como el Príncipe de Paz, da paz a aquellos [que viven bajo su señorío.
Dios ha prometido sanar el corazón y hacer de él uno recto y puro rendido a su voluntad. La manera correcta es reconocer la manera indebida de vivir y rendirse a la obra del Espíritu Santo. Si nuestro corazón nos reprende y en nuestra conciencia sentimos que las cosas no andan bién, es el tiempo para el Arrepentimiento y el Reconocimiento a los Ojos de Dios. ¡Que Dios nos ayude a caminar siempre en su voluntad.!
Autor: Pastor Roberto Velazco
¿Necesita a Jesús?
Haga esta oración: Padre celestial, yo reconozco que soy un pecador, y que mi pecado me separa de ti. Hoy creo que Jesús murió por mí en la cruz y que Dios Padre lo resucitó de entre los muertos. Me arrepiento de todos mis pecados, y voluntariamente, confieso a Jesús como mi Señor y Salvador. Renuncio a todo pacto con el mundo, con la carne y con el diablo, y hago un pacto contigo Jesús. Señor, te pido que entres a mi corazón y cambies mi vida. Si hoy muriera, al abrir mis ojos, sé que estaré en tus brazos. ¡Amén!