El Propósito principal de la Adoración
23.03.2020 23:13
El propósito principal de la adoración es traer la gloria de Dios en medio de su pueblo. Hoy, muchas canciones de “adoración” usadas en las iglesias, o que suenan en las estaciones de radio cristianas, carecen de poder porque no están basadas en la Palabra de Dios y ministran sólo a la carne. Debemos componer canciones espirituales canciones que puedan tomar los sonidos del cielo y verdaderamente ministrar lo que Dios es, como lo hacen muchos de los salmos de David, canciones que derramen constante adoración y conocimiento revelado. La verdadera adoración está basada en la Palabra de Dios y fluye del entendimiento de esa Palabra. Esto hace que Dios la respalde Su poder y manifestaciones lo confirmarán. Dice la Escritura, Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová... (Oseas 14:2)
La verdadera adoración transforma al adorador
Manos tienen, mas no palpan; tienen pies mas no andan; no hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, y cualquiera que confía en ellos. (Salmo 115:7–8)
En el pasaje de arriba, vemos la razón por la que el Señor quiere nuestra adoración: Quiere que seamos como Él. Los seres humanos nos convertimos en la imagen que adoramos. El salmo describe individuos que crean y adoran ídolos, poniendo toda su confianza en ellos. El resultado, es que se vuelven como el objeto que adoran sin vida. En contraste, cuando adoramos al Dios vivo, en espíritu y verdad, ¡recibimos nueva vida en Jesús! Nadie puede permanecer en la presencia de Dios sin cambiar o ser transformado, porque su luz expone nuestra verdadera condición y su fuego nos purifica. ¡Algo de Él vendrá sobre nosotros! Esto le pasó a María, la mujer que derramó el costoso perfume sobre la cabeza de Jesús (vea Juan 11:2). Aunque su único propósito era adorar a Jesús, se marchó impregnada con el perfume de su presencia.
Lo mismo ocurre cuando derramamos nuestros corazones en adoración a Dios, y su presencia desciende: nos vamos con el aroma de Jesús. Esto produce que otras personas quieran conocerlo más, ¡porque su esencia en nosotros atraerá a otros! Nuestros corazones son el perfume más costoso que podemos derramar en su presencia.
Tomado de “La Gloria de Dios”, por Guillermo Maldonado
¿Necesita a Jesús?
Haga esta oración: Padre celestial, yo reconozco que soy un pecador, y que mi pecado me separa de ti. Hoy creo que Jesús murió por mí en la cruz y que Dios Padre lo resucitó de entre los muertos. Me arrepiento de todos mis pecados, y voluntariamente, confieso a Jesús como mi Señor y Salvador. Renuncio a todo pacto con el mundo, con la carne y con el diablo, y hago un pacto contigo Jesús. Señor, te pido que entres a mi corazón y cambies mi vida. Si hoy muriera, al abrir mis ojos, sé que estaré en tus brazos. ¡Amén!